El deseo del perezoso lo mata; porque sus manos se niegan a trabajar.

Ver. 25. El deseo del perezoso lo mata. ] Sólo desea el bien para sí mismo; pero al negarse a trabajar, "languidece en su iniquidad". Lev 26:39 No se obtiene gracia ni riqueza con el deseo; Nemo casu encaja con los sapiens, dice Séneca. a Algunos tienen una especie de disposición y veleidad, una especie de vacilación en pos de las mejores cosas, pero no llega a la máxima resolución de Dios.

Virtutem exoptant, relicta contabescuntque. ”- Pers.

A los hombres carnales no les importa buscar a aquel a quien desearían encontrar, dice Bernardo; Cupientes consequi sed non et sequi; tendrían el cielo, pero se adhieren a las duras condiciones; como hombres débiles, ofrecen dinero por el cielo, pero se resisten a pagar el precio completo por él. Balaam deseaba ir al cielo con buenos deseos; lo mismo hizo el joven fariseo en el evangelio, que vino a Cristo apresuradamente, pero se fue pesadamente.

Herodes durante mucho tiempo deseó ver a Cristo, pero nunca salió a la calle para verlo. Pilato preguntó a Cristo: ¿Qué es la verdad? pero nunca se detuvo su respuesta. El perezoso extiende el brazo para levantarse y vuelve a tirar de él; se vuelve sobre su cama, como la puerta sobre las bisagras, que sin embargo no se abre en todas las vueltas, sino que se queda quieta, y esta es su completa ruina. Los hombres no deben pensar que las cosas buenas, ya sean espirituales o temporales, se les caerán de las nubes, como se decía que las ciudades entraban en el trabajo de Timoteo mientras dormía.

b Ahora, "hazlo", dice San Pablo a los perezosos corintios. 2Co 8:12 El sediento no sólo deseará beber, sino que se afanará en conseguirlo. Un hombre codicioso no solo deseará riqueza, sino que se esforzará por alcanzarla. Sin embargo, no todo hombre codicioso, lo confieso; porque en el siguiente verso se dice del perezoso,

una epista. 77.

b Aemuli ipsius dormientem piuxerant. - Plut. en Sulla.

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