Un hombre que adula a su prójimo que alaba o aplaude a otro en un estado o práctica pecaminosa; extiende una red para sus pies. Lo mata bajo pretexto de bondad; es una ocasión de su pecado y, en consecuencia, de su destrucción, que posiblemente podría planear lograr por ese medio. En la transgresión de un hombre malvado hay una trampa. Su pecado lo llevará a horrores espantosos y una ruina segura. Pero el justo canta y se regocija porque tiene dulce paz en su propia conciencia, y la seguridad de la seguridad presente y la felicidad eterna.

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