Escúchame, Señor, escúchame. Elías, según Abarbanel, fue más urgente y ferviente en su oración, porque se había comprometido a hacer el experimento del poder de Dios por su propia voluntad, y sin ningún mandato particular de él; nada dudando sino que él se presentaría, para reivindicar su propio honor, aunque el profeta ofreció sacrificios en un lugar alto, lo cual no era conforme a la ley.

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