Y Saúl pidió consejo a Dios. Cuando la gente estaba lista para bajar con Saúl, el sumo sacerdote le aconsejó primero que tomara el consejo de Dios; a lo que consintió de buena gana. El sumo sacerdote, sin duda, tenía sus razones, como muestra el evento; porque, como consecuencia de la ofensa involuntaria de Jonatán, ese día no se pudo obtener respuesta del oráculo divino.

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