Y los hombres de Israel estaban angustiados ese día, angustiados, profundamente cansados; porque Saúl había conjurado al pueblo, diciendo: Maldito el hombre que comiere cualquier pan hasta la tarde, para que yo me vengue de mis enemigos. Este fue un acto de falso celo, no autorizado por el Señor, ya que Saúl tenía más consideración por su poder real que por el honor de Jehová. Así que ninguna de las personas probó comida, aunque estaban hartas hasta el punto de agotamiento.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad