Los hombres de Israel estaban angustiados ese día por el hambre, la debilidad y el desmayo, y todo a causa del siguiente juramento imprudente y desconsiderado, por el cual Saúl los había conjurado tontamente, y al cual, es probable, habían consentido. Diciendo: Maldito el hombre que coma cualquier alimento hasta el anochecer. La intención de Saúl al hacer este juramento fue indudablemente para ahorrar tiempo, no sea que los filisteos se apoderen de ellos en su huida. Pero el evento demostró que era una política falsa; porque el pueblo estaba tan débil y débil por la falta de alimento, que era menos capaz de seguir y matar a los filisteos que si se hubieran detenido a tomar un refrigerio moderado. Para que me vengue de mis enemigos Como la intención de Saulo era buena, el asunto de la obligación no era simplemente ilícito, si no hubiera sido tan riguroso en excluir todos los alimentos y obligar a la gente a hacerlo bajo pena de una muerte maldita, que era un castigo muy superior al culpa.

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