Pero, ¿quiénes son los que irán? Llevado hasta cierto grado de sentido común y sentimiento por sus consejeros más sabios y moderados, el Faraón parece estar de acuerdo con la partida de los israelitas; pero, como en un instante, su corazón perverso se reserva. Es evidente que temía la pérdida absoluta y total de los hebreos y, en consecuencia, de las ventajas que traían a su reino; y, por tanto, dispuesto a conseguir una prenda en la mano, consiente la partida de los hombres, pero apresuraría a los pequeños y los rebaños se quedaron atrás.

Esta era una condición que no debía aceptarse: para una perfecta redención, de cada israelita de la esclavitud egipcia era el gran objetivo de la misión de Moisés; quien informa a Faraón, Éxodo 10:9 que se iba a celebrar una fiesta solemne para el SEÑOR; en cuya ocasión era habitual que todo el pueblo, hombres, mujeres y niños, se uniera en la celebración.

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