Dios le abrió los ojos; Dios le hizo ver lo que no había observado antes, a través de su dolor y desorden mental. Le Clerc observa desde Diodorus Siculus, que era habitual entre los árabes tapar las bocas de sus pozos y cubrirlos con arena o tierra, dejando sólo una huella por la que ellos mismos pudieran conocerlos.

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