Un pozo de agua. - No una cisterna, sino un manantial de agua viva. El espejismo en el desierto fatiga tanto al viajero, que al final se aparta desesperado de lo que pueden ser signos más verdaderos. Pero después de su arrebato de dolor, Agar se calmaba más y, animada por la voz del ángel, renueva su búsqueda y encuentra. Como observa Abravanel, el pozo ya existía y no fue creado para el uso de Agar; porque Dios, se dice, le abrió los ojos, es decir, le permitió ver algo que indicaba la existencia del agua: árboles probablemente alzándose alrededor del manantial, o algún brote vegetal.

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