Y después dio a luz una hija, etc. — Leah, que seguía teniendo hijos, que eran los grandes objetos de su deseo, parece haberse ganado más la compañía y el respeto de su marido. Ella atribuye el don a Dios, Génesis 30:18 ; Génesis 30:20 . al mismo tiempo que juzga su condescendencia al dar su doncella a su marido (según la ignorancia de aquellos tiempos sobre el pecado de la poligamia) recompensada por Dios de esta manera; por lo que nombra a su quinto hijo Isacar, o contrata, la recompensa que le dio Dios. Su sexto hijo (lleno de esperanza de que el afecto de su marido ahora se fije en ella y que él viva con ella como antes) lo llama Zabulón o morada.Y a su hija la llama Dina, o juicio, como su hermana había denominado a su hijo Dan, por Bilha. Es observable, en Génesis 30:17 que Dios se dice que escuchar a Leah, por el cual y similares expresiones en ese libro sagrado, que con el más estricto decoro atribuye todos los eventos a Dios, se nos enseña, que la Providencia se encuentra en un especial manera interesada en la propagación de la humanidad: una verdad que se confirma mediante la observación.

Pues (para usar las palabras de un célebre escritor sobre el tema) ¿cómo podemos, sin suponernos bajo el cuidado constante de un Ser Supremo, dar alguna explicación posible de esa bonita proporción que encontramos entre el número de hombres y de mujeres que son traídos al mundo? ¿Qué más podría ajustar, de una manera tan exacta, a los reclutas de cada nación a sus pérdidas y dividir estos nuevos suministros de personas en cuerpos tan iguales de ambos sexos?

Chance nunca pudo mantener el equilibrio con una mano tan firme. Si no fuéramos excluidos por un Supervisor inteligente, a veces nos sobrecargarían las multitudes, y otras veces nos consumiríamos en un desierto.

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