Al final de los cuarenta días, es decir. Cuarenta días después del primer día del décimo mes, cuando empezaron a aparecer las cimas de los montes, Noé abrió la ventana del arca que había hecho; y envió un cuervo, que iba y venía; el cual, saliendo y volviendo, como dice el hebreo, voló a menudo desde y hacia el arca, sin encontrar lugar de descanso hasta que las aguas se secaron.

REFLEXIONES.— A Noé se le dijo cuándo vendría el diluvio, pero no cuándo debería amainar. Empieza ahora, por tanto, a abrir la ventana después de cuarenta días; tal vez temía exponerse antes a las aguas: se sentía seguro donde estaba. Es una locura exponernos a peligros innecesarios.

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