6. Al final de cuarenta días. Podemos conjeturar con qué gran ansiedad estaba oprimido el pecho del hombre santo. Después de haber percibido que el arca reposaba en tierra firme, aún no se atrevió a abrir la ventana hasta el cuadragésimo día; no porque estuviera aturdido y entumecido, sino porque un ejemplo tan formidable de la venganza de Dios le había afectado con un miedo y tristeza combinados, que, privado de todo juicio, permaneció en silencio en la cámara de su arca. Finalmente, envía un cuervo, del cual podría recibir una indicación más segura de la sequedad de la tierra. Pero el cuervo, al no percibir más que pantanos fangosos, revolotea alrededor y busca inmediatamente ser readmitido. No tengo duda de que Noé eligió intencionalmente los cuervos que sabía que podrían ser atraídos por el olor de las carroñas, para emprender un vuelo más extenso si la tierra, con los animales sobre ella, ya estaba a la vista; pero el cuervo, volando alrededor, no se alejó mucho. Me pregunto de dónde proviene una negación, que Moisés no tiene en el texto hebreo, que se ha colado en la versión griega y latina, ya que cambia completamente el sentido. (279) De aquí proviene la fábula de que el cuervo, al encontrar carroñas, fue alejado del arca y abandonó a su protector. Luego, siguieron alegorías fútiles, tal como la curiosidad de los hombres siempre anhela trivialidades. Pero la paloma, en su primera salida, imitó al cuervo, porque regresó al arca; luego trajo una rama de olivo en su pico; y en la tercera ocasión, como emancipada, disfrutó del aire libre y de la tierra libre. Algunos escritores ejercen su ingenio en la rama de olivo; (280) porque entre los antiguos era el emblema de la paz, al igual que el laurel lo era de la victoria. Pero yo pienso más bien que, como el olivo no crece en las montañas y no es un árbol muy alto, el Señor había dado a su siervo alguna señal de la cual pudiera inferir que las regiones agradables y productivas de buenos frutos estaban ahora libres de las aguas. Debido a que la versión de Jerónimo dice que era una rama con hojas verdes; aquellos que han pensado que el diluvio comenzó en el mes de septiembre, lo toman como confirmación de su opinión. Pero las palabras de Moisés no tienen tal significado. Y podría ser que el Señor, deseando avivar el espíritu de Noé, ofreciera alguna rama a la paloma que aún no se había marchitado del todo bajo las aguas.

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