He aquí la voz, etc. El profeta anticipa en su imaginación el cautiverio de sus compatriotas en Babilonia, un país lejano;y los representa allí preguntando con una mezcla de dolor y asombro, si no existía un Ser como JEHOVÁ, que presidió en Sión, que descuidó tanto a su pueblo y les permitió continuar en una situación tan miserable. Ante esta queja de ellos, Dios justamente interrumpe con una pregunta de su parte; y pregunta por qué, si reconocían a un protector como él, habían abandonado su servicio y, al pasarse a los ídolos, con los que no tenían conexión natural, habían perdido todo derecho a su favor. La gente luego procede con su queja en el siguiente versículo; exponiendo que, aunque había transcurrido mucho tiempo, parecían estar quietos, tan lejos como siempre de la liberación.

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