Ver. 10. Y cuando llegaron a los límites del Jordán, que están en la tierra de Canaán -De la primera lectura de estas palabras, se podría concebir que el escritor sagrado quiere decir que los israelitas construyeron el altar, del cual procede a hablar, de este lado del Jordán, antes de que hubieran vuelto a cruzar el río; pero, por lo que sigue, pronto estaremos convencidos de que éste no puede ser el sentido del historiador. Si los israelitas de las dos tribus y media hubieran construido un altar en el lado occidental del río, no habrían ejecutado su propio plan, que era mostrar por este monumento que, aunque separado de sus hermanos, y del altar del Señor, junto al Jordán, todavía formaban un solo y el mismo pueblo con ellos. Además, ¿es probable que se hubieran aventurado a levantar este montículo en el territorio de las otras tribus? E incluso si este fuera el caso, cómo, en el versículo siguiente,frente a la tierra de Canaán? debemos, por tanto, suponer necesariamente que el autor se ha expresado aquí en términos tan breves como para dejar algo para que el lector lo haga.

Evidentemente, su intención era decir que los israelitas, al llegar a la orilla del Jordán al lado de la tierra de Canaán, cruzaron ese río y construyeron el altar más allá en su propio país. Véase Josefo. Hist. Jud. lib. v. cap. 1. y Rabb. en Seder. — Olam. C. xii. pag. 32. Podemos añadir que el hebreo Geliloth, traducido en nuestra versión fronteras, puede muy probablemente ser en este versículo el nombre propio de un lugar situado al lado del Jordán. La Vulgata se traduce, en las alturas del Jordán; pero el manuscrito Vaticano de la LXX lo tiene Galaad o Geliloth;entendiéndolo de un lugar cerca de donde los israelitas cruzaron el Jordán. La pregunta entonces es dónde se encontraba Geliloth: si entendemos por él el país de Galaad, todo está claro; y luego los israelitas, sin duda alguna, levantaron el altar después de haber pasado el río. Le Clerc entiende el asunto con mucha naturalidad, a saber, que los israelitas llegaron al Jordán, que limita con la tierra de Canaán, y, habiéndola cruzado, construyeron allí (p. Ej.

al otro lado,) el altar en cuestión. Este altar, leemos, era de un tamaño notable; como se puede percibir desde lejos. Fue el trabajo, no de un individuo, sino de todo un cuerpo de personas, que pensaron que no podían construirlo con demasiada magnificencia. Era un montón de tierra o piedras. Baco, Hércules, Semíramis, Ciro y Alejandro Magno, en tiempos posteriores, hicieron otros como él en varias ocasiones, para eternizar el recuerdo de sus victorias y viajes. Ver Plinio, lib. 6: gorra. 16, 17. Philostrat. Vit. Apollon. lib. 2: ad fin.Véase también Calmet y Le Clerc. Por la majestuosidad y magnificencia de este altar, se hizo tan diferente de lo que Moisés había dedicado al culto divino, que es probable que estos israelitas pensaran que, por lo tanto, daría menos ocasión a sus hermanos para sospechar que estaba destinado al sacrificio, o para rivalizar con el otro.

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