Simón Pedro, entró en el sepulcro y vio, etc.Estas circunstancias fueron muy despertantes y muy adecuadas para preparar la mente de los discípulos para algo extraordinario, ya que de ellos nada más que la resurrección de Jesús se podía concluir con razón. El cuerpo que vieron se había ido; pero, ¿quién podría quitárselo y con qué propósito? No por amigos; pues entonces, con toda probabilidad, habrían sabido algo al respecto. No por los judíos; porque no tenían nada que ver con eso. Pilato, a quien solo le pertenecía la disposición, como el cuerpo de un supuesto malhechor ejecutado por sus órdenes, se lo había dado a José de Arimatea, amigo y discípulo secreto de Cristo, quien lo puso en el sepulcro sólo dos días antes. ¿Y por qué deberían volver a sacarlo tan pronto? No para enterrarlo; porque en ese caso no habrían dejado la sábana y la servilleta doblada detrás de ellos. Por tanto, quienquiera que hubiera sacado el cuerpo, no podría haberlo hecho con el propósito de enterrarlo; y, sin embargo, no se puede imaginar ningún otro propósito para eliminarlo.

Además, debió haber sido removido en la noche a escondidas y, en consecuencia, con prisa. ¿Cómo fue entonces que la sábana y la servilleta se doblaron y se dispusieron de manera tan ordenada en el sepulcro? Añádase a esto que la piedra era muy grande y, por lo tanto, muchas personas debieron estar involucradas en esta transacción; ninguno de los cuales estaba allí para dar respuesta a tales preguntas. Éstas y otras reflexiones parecidas no podían dejar de surgir en sus mentes, y estas dificultades no podían dejar de hacerles esperar algún acontecimiento extraordinario. Sabían que la vida de Jesús era una vida de milagros, y su muerte estuvo acompañada de prodigios y maravillas; todo lo que no podía dejar de amontonarse en sus recuerdos; y sin embargo, ninguno de ellos en ese momento creyó que había resucitado de entre los muertos; (Ver com. Juan 20:8 ) Porque,hasta ahora, nos asegura el evangelista, Juan 20:9 .

No conocían la Escritura, que debía resucitar de entre los muertos; es decir, no entendieron por los profetas, que el Mesías resucitaría de entre los muertos; estando, por el contrario, persuadidos de que estos mismos profetas habían predicho que el Mesías no moriría, sino que permanecería para siempre. Y, como no sabían por las Escrituras, ni tampoco por las propias predicciones de nuestro Señor, que él resucitaría; de modo que tampoco pudieron recogerlo de nada que les hubiera dicho María Magdalena; porque ella misma no tenía la menor noción de ello, incluso cuando Jesús se le apareció; como se desprende claramente de lo que dice en los versículos 13 y 15. Vea la nota sobre Mateo 28:11 ; Mateo 28:20 .

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