Tomaron dos príncipes de los madianitas: dos de sus príncipes o generales, porque la palabra hebrea puede significar cualquiera de los dos. Oreb, en hebreo, significa cuervo y Zeeb, lobo. Antiguamente, los grandes hombres tenían la costumbre de tomar los nombres de sus familias del mundo animal. Así encontramos a los Gracchi, Corvini y Aquilini, entre los romanos; nombres, que fueron utilizados como augurios afortunados o como monumentos de su coraje y destreza en logros militares. La piedra y el lagar, sin duda, tenían sus nombres de estos príncipes. Llevaron sus cabezas a Gedeón, como solía hacerse en épocas posteriores. Así, la cabeza de Pompeyo fue llevada a César y la de Cicerón a Marco Antonio.

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