Entonces dijo a los discípulos: Habiendo sido ridiculizado por los fariseos como un visionario, e insultado a causa de su doctrina acerca de la perniciosa influencia del amor al dinero, nuestro Señor tuvo ocasión de hablar de afrentas y ofensas, - Σκανδαλα, tropiezo -bloqueos, provocaciones al pecado; y aunque representó tales cosas como sumamente útiles con respecto al ejercicio y mejoramiento que brindan a la santidad y la virtud; e inevitable a causa del orgullo, la ira, la venganza, la malicia y otras pasiones discordantes de los hombres, no dejó de exponer su naturaleza maligna en su terrible castigo.Para entender a nuestro Señor en el pasaje que tenemos ante nosotros, es necesario que prestemos atención a una distinción obvia. No todas las ofensas o tentaciones son de la misma naturaleza; algunos de ellos son cosas pecaminosas en sí mismas; otros son cosas inocentes: Jesús habla del primer género; ni ha denunciado contra sus autores un castigo mayor del que merecen; porque a su propia malignidad intrínseca tales cosas tienen esto añadido, que resultan obstáculos para los demás; y también son de la naturaleza más atroz.

Cuando se menciona el otro tipo de ofensas, se habla de ellas en términos más suaves: si la ofensa se le da a un hermano cristiano, la persona culpable de ella es particularmente culpada de querer ese amor hacia su hermano, que la religión cristiana ordena. Si se le da a un pagano, se le acusa de ser deficiente en la debida preocupación por la gloria de Dios: mientras tanto, debe observarse en este punto, que aunque la debilidad de las personas bien intencionadas, que, por confiando en nuestro ejemplo, puede ser inducido a imitarnos en cosas que ellos consideran pecaminosas, —es una razón poderosa en el punto de la caridad, por qué debemos abstenernos de esas acciones, por inocentes que sean (a menos que estemos bajo la mayor necesidad de realizarlas; ) Sin embargo, la perversidad de las mentes maliciosas, que tienden a tergiversar las cosas, de ninguna manera impone a un buen hombre ninguna obligación de abstenerse de lo que considere conveniente para él, siempre que él mismo sepa que es inocente; porque la diferencia de las personas, que pueden verse afectadas por nuestro ejemplo, altera grandemente el caso de las ofensas y nuestro comportamiento con respecto a ellas. Ver la nota enMateo 18:5 .

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