Sabías que yo era un hombre austero, ¿lo sabías, etc.? Has sido holgazán en el más alto grado; porque, para discutir contigo, sobre tus propios principios básicos, si realmente hubieras creído que yo era la persona rigurosa que dices que soy, ciertamente te habrías tomado la molestia de presta mi dinero, un método para mejorar tu talento que no te habría ocasionado ningún problema.

Tu excusa, por tanto, es una mera pretensión. De igual manera, todas las excusas que los ministros inicuos ofrecen en su propio beneficio, no les servirán de nada ante el tribunal de Dios; ya sea que se extraigan del carácter que atribuyen a Dios, o por su propia incapacidad, o por la dificultad de su servicio, o por cualquier otra consideración.

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