Pero él no le respondió nada. En esto nuestro Señor siguió la regla observada por él como Dios en la administración de su gobierno moral. Él otorga a los hombres medios, oportunidades y ayudas, particularmente su Espíritu Santo, que, si los mejoran adecuadamente, los conducirán al conocimiento y la felicidad; pero estos, iluminados por los hombres, él, después de esperar el tiempo debido, con frecuencia por sabias razones les cierra todos los manantiales de la gracia, y los deja sin esperanza de esa salvación que tanto tiempo han despreciado.

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