El muro —también está derrumbado, etc.— Se suponía que las comisiones que hasta ese momento se habían concedido a los judíos no iban más allá de la reconstrucción del templo y de sus propias casas privadas; y por lo tanto los muros y las puertas de la ciudad estaban en la misma condición ruinosa en que los caldeos los dejaron después de esa devastación.

REFLEXIONES.— Nehemías, aunque avanzó noblemente en la corte y fue honrado con una mansión en el palacio de Susa, todavía llevaba en su corazón el bienestar de Sión, y todavía prefería la prosperidad de Jerusalén antes que su principal gozo. Nota; Dios tiene a veces a sus amigos incluso en el palacio; y, aunque una corte suele ser un terreno demasiado desfavorable para las preocupaciones religiosas, tenía monumentos de gracia incluso en la casa de Nerón.

1. Nehemías, durante la visita de algunos de sus hermanos a Babilonia, probablemente para solicitar algún favor a favor de los judíos, pregunta seriamente por Jerusalén y los cautivos que regresaron y que habitaban en ella; pero recibe un relato doloroso de su miserable situación: la ciudad que yace en sus desolaciones, y la gente angustiada, insultada, oprimida y reprochada por sus vecinos más poderosos. Nota; (1.) No debemos, en nuestro avance, olvidarnos de nosotros mismos y volvernos extraños a nuestros hermanos porque pueden ser pobres o afligidos. (2.) La persecución del pueblo de Dios, que desanima a los infieles, despierta un mayor celo y preocupación en los sinceros.

2. El relato melancólico afectó al buen Nehemías: las lágrimas corrieron por sus mejillas; y, en la aflicción, ayunó y oró por cuatro días ante el Dios del cielo, para que se acordara de su miseria y volviera a ellos en misericordia. Nota; (1.) En épocas de calamidades públicas o privadas, el ayuno y el llanto deben acompañar nuestras oraciones. (2.) Es un alivio para la opresión de nuestro propio espíritu, cuando con lágrimas podemos derramar nuestras quejas en el seno de un Dios compasivo. (3.) Si bien tenemos un Dios en el cielo al que ir, nuestras angustias más profundas no son desesperadas.

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