Cuando Sanbalat y Tobías, etc.— El ingenioso editor de las Ruinas de Balbeck nos dice que en Palestina a menudo ha visto al labrador sembrando, acompañado de un amigo armado, para evitar que los árabes le roben la semilla. Este despojar al labrador de su simiente parece haber sido una práctica antigua de ellos, y al que se hizo referencia en Salmo 126:5 y que el salmista hizo una imagen del feliz número de los primeros ensayos de los judíos para re -la gente de su país. Pues seguramente es mucho más natural suponer que estos versos se refieren a una violencia de este tipo, que imaginar, con muchos intérpretes que han tratado esta circunstancia, que aluden a la angustia de un compatriota, que siembra su maíz en muy escasa. hora,y teme el fracaso de su próxima cosecha. Los israelitas, que regresaron a Babilonia tras la proclamación de Ciro, se encontraban sin duda en circunstancias similares a las de los labradores que sembraban su maíz en medio de los campamentos circundantes de árabes opresores.

La reconstrucción de sus ciudades y su templo se asemejaba a la época de la siembra; porque de estas cosas estaban dispuestos a esperar un gran aumento de personas; pero los que continuaron en Babilonia tenían motivos para estar celosos de que las naciones vecinas derrotaran estos esfuerzos y destruyeran estos asentamientos en ascenso. El historiador sagrado, en este pasaje, menciona expresamente tales dificultades; Tampoco era difícil prever estas oposiciones: los árabes, sin duda, habían pastoreo sus rebaños y manadas, y habían levantado sus tiendas por todas partes.Judea, cuando quedó desolada; y tal vez otros de las naciones vecinas se habían apoderado de algunos de los distritos despoblados que les resultaban más convenientes: era el interés de los árabes, y de esas otras naciones, desalentar, en la medida de lo posible, el regreso de Israel en cualquier número en el país de sus padres. En oposición a estos celos, el profeta expresa, tal vez predice, su esperanza de que habrá un feliz resultado de estos comienzos para repoblar su país: "¡Haz que la gente de nuestro cautiverio regrese, oh Señor! A su país; y, como los arroyos del sur, hacer que estos desiertos vuelvan a florecer.

Que estén persuadidos de que, aunque echen las bases de la repoblación de su país con una ansiedad como la de un pobre labrador, que sale llorando por temor a ser despojado de su simiente, sentirán gozo en el futuro, como él, cuando trae sus gavillas con regocijo, en el restablecimiento tan completo de Israel en Judea, que no tiene motivo para aprehender nada de las naciones circundantes. " Observaciones, p. 52.

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