Doeth debe presuntuosamente, & c.— En hebreo, con mano alta; es decir, de manera presuntuosa y premeditada. Significa la acción de un hombre que a sabiendas y deliberadamente quebranta la ley y, cuando es amonestado, desprecia la amonestación, anula la ley y niega su autoridad divina. El significado, por lo tanto, parece ser que quienquiera que, en cualquier caso, no solo a sabiendas y deliberadamente, sino con presunción, y en desprecio de la ley y de la autoridad del Legislador Divino, contra todo consejo y amonestación, vaya en contra de la Mandamientos expresos de Dios, en su caso no se admitirá expiación.

Tal persona iba a ser cortada por la muerte. Pero si todos los pecados presuntuosos fueran castigados con la muerte por la ley judía, ¿cómo, se puede preguntar, se reconciliará con otras partes de la misma ley, que eximen de la pena capital algunos delitos notorios (en particular el hurto) que pueden considerarse presuntuosos, ya que quienes los cometen deben saber que son expresamente contrarios a la ley de Dios. Ahora, en respuesta a esto, Maimónides y otros rabinos piensan que este la ley debe restringirse a los pecados de idolatría, que son más propiamente un reproche a Jehová y un desprecio de su palabra, y por lo tanto fueron castigados por la ley de Moisés con mayor severidad que otros crímenes; de hecho, el contexto muestra que debe entenderse que Moisés habla aquí, no de ofensas contra nuestro prójimo, sino de presuntuosas violaciones de la ley en el caso del culto religioso; lo cual, si no fue idolatría directa, fue al menos un grado de apostasía de la religión verdadera.

Pero hay que observar, además, que el pecado presuntuoso no radica tanto en el crimen en sí como en la forma de cometerlo, cuando va acompañado de circunstancias tan atrevidas de impiedad que llegan incluso a la blasfemia, que aquí se llama reproche al Señor, y despreciando su palabra. Por ejemplo, aunque el robo en sí mismo no se castiga con la muerte, sin embargo, si el ladrón, cuando es apresado, en lugar de reconocer su delito y la equidad de la ley, insiste en su justificación, anula la ley y la niega por ser de autoridad divina, entonces pecó también con arrogancia y con mano enérgica, y por lo tanto debía ser cortado. Ver Selden de Jure N. y G. lib. 2: gorra. 2: Podemos observar además, que la oposición en el contexto entre los pecados de ignorancia y los pecados de presunción, demuestra claramente que la manera de cometer,

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