Toda la congregación de los hijos de Israel murmuró : Uno debería pensar que un juicio tan ejemplar habría sido suficiente para silenciar todas las murmuraciones y el descontento futuros; sin embargo, tuvo un efecto diferente sobre esta obstinada e intratable raza de hombres. Al día siguiente se abalanzaron sobre Moisés y Aarón con tumultuosos clamores y acusaciones, acusándolos de la destrucción de tal número de sus hermanos, los miembros de la propia iglesia de Dios y de la nación peculiar: habéis matado al pueblo del Señor. Los fanáticos de todo tipo generalmente consideran su propia causa, por mala que sea, la causa de Dios; y los amigos y líderes de su grupo, el pueblo del Señor, los favoritos del cielo.

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