Pero al día siguiente, toda la congregación de los hijos de Israel murmuró contra Moisés y Aarón, diciendo: Habéis matado al pueblo del Señor. Acusaron a estos dos de la responsabilidad de la muerte de los rebeldes, a quienes, en blasfema exageración, llaman pueblo del Señor, la flor del ejército del Señor. Hasta ese punto, la maldad del corazón endurecido irá al negarse a reconocer su propia pecaminosidad; porque la verdad del asunto era que Moisés había salvado al pueblo de una destrucción repentina el día anterior.

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