Una respuesta suave apaga la ira: Lord Bacon aplica este aforismo particularmente al comportamiento de un hombre hacia un príncipe u otra gran persona, cuando está enojado con él. Salomón aconseja dos cosas en este caso; la primera es que se dé una respuesta; el otro, que sea suave; el primero de los cuales contiene tres preceptos; en primer lugar, que se cuiden de un silencio triste y hosco, que o bien les imputa la culpa por completo o acusa a su amo de la injusticia; como si sus oídos no estuvieran abiertos a una justa defensa. En segundo lugar, que tenga cuidado de retrasar la respuesta y de anhelar más tiempo para su defensa; porque eso claramente te traiciona al estar inventando una disculpa astuta y falsa.

En tercer lugar, que por supuesto se dé una respuesta; una respuesta, digo, no una mera confesión o sumisión; pero con algunas pizcas de excusa arrojadas aquí y allá [hasta donde la verdad lo admita]; porque no es seguro comportarse de otra manera, a menos que tenga que tratar con disposiciones muy generosas y nobles, que son raras. Pero entonces esta respuesta debe ser muy suave y moderada, no dura y perentoria; porque eso hará que el negocio sea peor que si nunca se hubiera entrometido en él: y aumentará esa ira que debes estudiar para apaciguar [pero siempre con la verdad de tu lado]. Ver Adv. of Learning, libro 8: cap. 2.

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