La suave respuesta quita la ira: Mas las palabras ásperas hacen subir el furor.

Una respuesta suave, como el aceite que alivia el dolor de una herida.

Pero las palabras dolorosas despiertan la ira, es decir, 'haz que suba', como una llama avivada por un fuelle; la indicación de la ira sube al semblante.

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