El que bendice a su amigo a gran voz: "El que dedica todo su tiempo a nada más que a elogios extravagantes de su benefactor, más bien lo menosprecia que lo elogia". O puede ser: "El que se apresura a elogiar a su amigo, le hace más un flaco favor que un favor". Las alabanzas moderadas y oportunas, dice el gran Lord Bacon, pronunciadas en ocasiones, conducen tanto a la fama como a la prosperidad de los hombres. Pero, cuando son inmoderados, estrepitosos e inusualmente derramados, no obtienen ningún provecho; más bien, según el sentido de esta parábola, hacen mucho prejuicio. Porque, en primer lugar, manifiestamente se traicionan por proceder de demasiado afecto o de una afectación estudiosa; por lo que más bien pueden congraciarse con aquel a quien alaban con falsos elogios,

En segundo lugar, los elogios modestos y parcos suelen invitar a los presentes a añadir algo propio al elogio; por el contrario, los elogios profusos e inmoderados invitan a los oyentes a detraer y quitar algo que les pertenece. En tercer lugar, cuál es el punto principal: demasiado magnificar a un hombre despierta envidia hacia él; Ver todos los elogios inmoderados parece un reproche para los demás, que piensan que no merecen menos.

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