He aquí, vino Samuel. - Apenas parece haber concluido la ceremonia del sacrificio cuando el vidente apareció en escena.

Era el séptimo día, de acuerdo con el mandato solemne dado al rey, pero Saúl, en su impaciencia, no había esperado hasta el final del día.

Saúl salió a recibirlo. - La reverencia que el rey, a pesar de su desobediencia, sentía por Samuel se manifiesta al salir a recibirlo así públicamente. Este profundo sentimiento del rey por el gran profeta a quien sentía que le debía tanto, existió por parte de Saúl todos los días de la vida de Samuel y, como veremos, incluso después de la muerte de Samuel.

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