La derramaréis sobre la tierra. - Este acto era una parte necesaria de toda matanza de un animal para la alimentación. La sangre, que es la vida, debe ser derramada sobre la tierra para Dios, ya sea que la víctima haya sido enviada al altar o no. Era un recordatorio continuo de la necesidad de que el sacrificio de la muerte de Cristo continuara hasta que Él viniera. Por tanto, el acto fue, en cierto sentido, sacramental.

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