Toda la gente respondió a la vez. - No hubo vacilaciones, ni diversidad de opiniones, ni desconfianza en sí mismo. En vista de los grandes privilegios que se les ofrecieron, todos estaban dispuestos, mejor dicho, ansiosos, a prometer por sí mismos que "obedecerían a la verdad la voz de Dios y guardarían su pacto". En el resplandor y la calidez de sus sentimientos, no se les ocurrió la dificultad de la obediencia perfecta.

Moisés devolvió las palabras , es decir, "las devolvió", "las informó".

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