¿No es él, cuyos lugares altos ... ? Esta fue la impresión que dejó en la mente del Rabsaces lo que escuchó de la reforma de Ezequías. Desde el punto de vista asirio, un dios era honrado en proporción a la multiplicación de sus santuarios, pero dondequiera que iba, el Rabsaces había encontrado “lugares altos” donde se había adorado a Jehová, que Ezequías había profanado. ¿Cómo podía alguien que había actuado así esperar la protección de su Dios?

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