En la casa de banquetes. - Literalmente, la casa de la bebida, es decir, en este caso, según la interpretación del siguiente verso, de reunión festiva y alegre. Esta prohibición se sigue a fortiori de la otra. Si el profeta no pudo entrar en la casa del duelo, mucho más se mantuvo apartado de la alegría. Debía mantenerse apartado, en la espantosa conciencia de su misión solitaria. Las palabras de Eclesiastés 7:2 vienen a nuestro pensamiento como una enseñanza de que aún así era mejor.

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