CIV.

Este salmo toca el punto más alto de la poesía religiosa. Es el himno más perfecto que jamás haya producido el mundo. Incluso como letra, apenas ha sido superada; mientras que como lírica inspirada por la religión, no sólo toda la literatura antigua, excepto la de los hebreos, era impotente para crear algo parecido, sino que ni siquiera la poesía cristiana ha logrado acercarse a ella. Milton ha contado la historia de la Creación, tomando, como hace el salmista, el relato del Génesis para su modelo; pero el séptimo libro del Paraíso perdido, incluso cuando hacemos concesiones a la diferencia entre los estilos narrativo y lírico, es dócil y prolijo - parece querer animación y fuego - al lado de este himno.

Al comienzo mismo del poema sentimos la magia de una inspiración maestra. El mundo no es, como en Génesis, creado por un decreto divino. Cobra vida y movimiento, se pone en orden y se usa, con el toque de la presencia Divina. De hecho, el sentimiento dominante del himno es el sentido de la relación cercana y duradera de Dios con todo lo que Él hizo; la convicción de que Él no solo originó el universo, sino que habita en él y lo sostiene: y este sentimiento se adueña de nosotros desde el principio, cuando vemos la luz que envuelve al Creador como Su manto, y el dosel del cielo elevándose sobre Él como Su tienda.

No es un mundo sin vida el que surge. No hay vacío, no hay caos; incluso los vientos y las nubes no son para este poeta sin habitantes, o ellos mismos comienzan a vivir y pueblan el universo para su satisfacción. No puede concebir un mundo en ningún momento sin vida y sin orden. Ningún poeta, incluso de nuestra era moderna, ha mostrado un sentimiento más fino por la naturaleza, y eso no en sus tempestuosos e iracundos estados de ánimo, por lo general la fuente de inspiración hebrea, sino en su temperamento tranquilo y cotidiano.

Él es el Wordsworth de los antiguos, penetrado por el amor por la naturaleza y dotado de la intuición que brota del amor. Este majestuoso himno es anónimo en hebreo. La LXX. lo he atribuido a David. Su estrecha conexión con Salmo 103 , y una palabra aramea en Salmo 104:12 , indican una fecha posterior al exilio para su composición. El verso muestra toda variedad de ritmos.

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