Verso 4. ¿Dónde está la promesa de su venida?  Tal vez los falsos maestros a los que nos referimos aquí eran los que creían en la eternidad del mundo: los profetas y los apóstoles habían predicho su destrucción, y daban por sentado, si esto era cierto, que la máquina terrestre habría empezado hace tiempo a mostrar algunos síntomas de decadencia; pero encontraban que desde que murieron los patriarcas todas las cosas seguían siendo como eran desde la fundación del mundo; es decir, los hombres se propagaban por generación natural, uno nacía y otro moría, y el curso de la naturaleza continuaba regular en las estaciones, sucesión del día y de la noche, generación y corrupción de animales y vegetales, c. pues no consideraban el poder del Todopoderoso, por el cual el todo puede ser aniquilado en un momento, así como creado. Como, por tanto, no veían ninguno de estos cambios, presumían que no los habría, e insinuaban que nunca los había habido. El apóstol combate esta noción en el siguiente versículo.

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