Verso Éxodo 10:9. Iremos con nuestros jóvenes y con nuestros viejos, etc...

Como se iba a celebrar una fiesta en honor de Jehová, todos los que participaron de su generosidad y bondad providencial debían ir y cumplir su parte en la solemnidad. Los hombres y las mujeres deben hacer el banquete, los niños deben presenciarlo, y el ganado debe ser llevado con ellos para proporcionar los sacrificios necesarios en esta ocasión. Esto debe haber parecido razonable a los egipcios, porque era su propia costumbre en sus asambleas religiosas. Los asistieron hombres, mujeres y niños, a menudo por un monto de varios cientos de miles. Herodoto nos informa, al hablar de las seis fiestas anuales celebradas por los egipcios en honor a sus deidades, que celebran su principal en la ciudad de Bubastis en honor de Neith o Diana que van allí por agua en barcos: hombres, mujeres , y niños; que durante el viaje algunas mujeres tocan castañuelas y algunos hombres flautas, mientras que el resto se dedica a cantar y aplaudir; y que, cuando llegan a Bubastis, sacrifican un gran número de víctimas y beben mucho vino; y que en una de esas fiestas, le aseguraron los habitantes, que no se congregaron menos de 700.000 hombres y mujeres, sin contar a los niños. - Euterpe, cap. lix., lx. Encuentro que los antiguos egipcios llamaban Diana Neith; esto se acerca lo más posible al Gaile de la Isla de Man. La luna se llama yn neith o neath; y también ke-sollus, de ke, suave o uniforme, y sollus, ligero, la LUZ SUAVE; quizás para distinguirla del sol, grian, de gri-tien o cri-tien, es decir, FUEGO TEMBLOROSO; yn neith-easya, como dice Macpherson, significa complexión pálida. Preferiría inclinarme a pensar que puede provenir de aise. Las naciones celtas pensaban que las luminarias celestiales eran las residencias de espíritus que distinguían con el nombre de aise, por lo que grian-ais significa el espíritu del sol.

Moisés y Aarón, pidiendo libertad para que los hebreos fueran tres días de viaje por el desierto, y con ellos todas sus esposas, niños y ganado, a fin de celebrar una fiesta a Jehová su Dios, debieron parecer al menos como algo razonable a los egipcios cuando iban a la ciudad de Bubastis con sus esposas, pequeños y ganado, para celebrar una fiesta a Neith o Diana, a quienes adoraban allí. El paralelismo en estos dos casos es demasiado llamativo para pasar desapercibido.

 

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