CAPÍTULO XVII

Este capítulo comienza con una nueva alegoría o parábola, 1-10;

a la que se añade inmediatamente una explicación, 11-21.

En los versículos restantes el profeta, mediante una bella metáfora,

hace una transición fácil y natural al Mesías, y

y predice la seguridad, la prosperidad creciente y la

universalidad de su reino, 22-24.

Por la belleza de sus imágenes, la elegancia de su composición,

la perspicacia de su lenguaje, la rica variedad 

y la facilidad con que se pasa de un tema a otro, 

este capítulo constituye una de las obras más bellas y

que se pueden concebir en un espacio tan reducido; y, 

por otra parte  el cambio inesperado de objetos

que no presentaban a la vista mas que tinieblas y horror,

a una perspectiva de gloria y belleza inefables, tiene un efecto

feliz. Todas las nubes se disipan y los campos vuelven a sonreír 

bajo los rayos del mediodía.

El viajero, que en ese momento temblaba mientras buscaba 

refugio a su alrededor, ahora prosigue su camino regocijado.

NOTAS SOBRE EL CAP. XVII

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