Ezequiel, después de describir en una figura las circunstancias y condiciones de los judíos y Sedequías, el vasallo del monarca asirio, les advierte sobre el carácter engañoso de sus esperanzas de ayuda de Egipto, protesta contra la perfidia que debe acompañar a esa alianza y señala fuera que la restauración del pueblo de Dios será efectuada por un hijo muy diferente de David. El final de este capítulo es una predicción sorprendente del reino del Mesías.

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