Verso Génesis 31:36. Y Jacob se enojó y riñó con Labán... La protesta de Jacob con Labán, y su consecuente acuerdo, se cuentan en este lugar con gran espíritu y dignidad. Jacob era consciente de que, aunque había hecho uso de la astucia para aumentar sus rebaños, Labán, en general, había sido un gran ganador con sus servicios. Le había servido por lo menos veinte años, catorce para Raquel y Lea, y seis para el ganado; y algunos suponen que le había servido veinte años además de los anteriores, lo que no es improbable: véanse los comentarios al final de este capítulo. Véase Clarke en Génesis 31:55. Cuarenta o incluso veinte años de la vida de un hombre, dedicado al trabajo incesante y constantemente expuesto a todas las inclemencias del tiempo (véase Génesis 31:40) merecen más que una recompensa ordinaria. El pecado constitucional de Labán fue la codicia, y fue un pecado fácilmente acosador; porque parece haber gobernado toda su conducta, y haberlo hecho indiferente a los intereses de sus hijos, siempre que pudiera asegurar los suyos propios. Frecuentemente había falsificado su acuerdo con Jacob, aunque no se especifican los detalles, ya hemos tenido razón para conjeturar de Génesis 31: 7, y con esto Jacob acusa a su suegro, de la manera más positiva, Génesis 31 : 41. Quizás algunas acciones injustas anteriores de este tipo fueron la causa por la que Jacob se vio inducido a adoptar el expediente de burlar a Labán en el caso del ganado manchado, con lentejuelas, rayado en anillos y grisáceo. Esto, si tuvo lugar, aunque no puede justificar la medida, es una paliación de la misma; y casi la totalidad de la conducta de Jacob, en lo que se refiere a Labán, se puede excusar mejor que el haber lastimado a la raza de Labán, al no dejarle nada más que el ganado débil, insalubre y degenerado.

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