Verso Hechos 11:24Porque era un hombre bueno... Aquí está el carácter propio de un ministro del Evangelio.

1. Es un hombre bueno: su corazón malo es cambiado; sus malas disposiciones desarraigadas; y la mente que estaba en Cristo implantada en él.

2. Está lleno del Espíritu Santo. Es santo, porque el Espíritu de santidad mora en él: no tiene unas pocas visitas o demostraciones transitorias de ese Espíritu; es un residente en su alma, y llena su corazón. Es luz en su entendimiento; es discernimiento en su juicio; es propósito fijo y determinación en la rectitud en su voluntad; es pureza, es amor, gozo, paz, gentileza, bondad, mansedumbre, templanza y fidelidad en sus afectos y pasiones. En una palabra, tiene dominio soberano en su corazón; gobierna todas las pasiones, y es el motivo y el principio de toda acción justa.

3. Estaba lleno de fe. Confiaba implícitamente en su Señor; sabía que no podía mentir, que su palabra no podía fallar; esperaba, no sólo el cumplimiento de todas las promesas, sino también todo grado de ayuda, luz, vida y consuelo, que Dios pudiera ver en cualquier momento necesario para su Iglesia, oraba por la bendición divina, y creía que no debía orar en vano. Su fe nunca fallaba, porque se aferraba a ese Dios que no podía cambiar. Contemplad, predicadores del Evangelio, a un ministro original de Cristo. Imitad su piedad, su fe y su utilidad.

Se añadió mucho pueblo al Señor... No es de extrañar, cuando tenían un ministro así, predicando por el poder del Espíritu Santo, un Evangelio como el de Jesucristo.

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