Verso 31. El lugar fue sacudido... Este terremoto fue una evidencia de la presencia de Dios, y una respuesta muy directa a su oración, en lo que se refiere a ellos mismos. El terremoto proclamó el brazo extendido de Dios, y les mostró que la resistencia contra sus consejos y determinaciones sería inútil.

Y todos fueron llenos del Espíritu Santo... Y, como consecuencia de esto, hablaron la palabra de Dios con denuedo; una respuesta señalada a una segunda parte de su petición, Hechos 4:29. Una oración correcta siempre tendrá una respuesta correcta y pronta. Aunque estos discípulos habían recibido el Espíritu Santo en el día de Pentecostés, eran capaces de recibir comunicaciones más amplias; y lo que habían recibido entonces no excluía la necesidad de suministros frecuentes, en ocasiones emergentes. En efecto, una comunicación de este Espíritu siempre deja paso y dispone para otra. Ni el apóstol ni el cristiano particular pueden subsistir en la vida divina sin frecuentes influencias de lo alto. Si estos discípulos hubieran dependido de su gracia pentecostal, podrían haberse hundido ahora bajo el terror y las amenazas de sus combinados y poderosos enemigos. Dios da la gracia por el momento, pero no las existencias para el futuro, porque mantendrá a todos sus seguidores continuamente dependientes de sí mismo.

Con audacia... παντι τω θελοντι πιστευειν, A todos los que estaban dispuestos a creer, es añadido por DE, otros dos, Agustín, Ireneo y Bede.

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