Versículo Josué 5:15 . Quita tu calzado de tu pie.  Estas fueron las mismas palabras que el ángel, en el Monte Sinaí, habló a Moisés (ver Éxodo 3:5-2 ); y por ello parece probable que fuera la misma persona la que apareciera en ambos lugares: en el primero, para animar a Moisés a liberar a los israelitas oprimidos y llevarlos a la tierra prometida; en el segundo, para animar a Josué en su ardua labor de expulsar a los antiguos habitantes y establecer al pueblo en la herencia prometida a sus padres.

Apenas hay una división de capítulos más desafortunada en toda la Biblia que ésta. Por esta misma circunstancia, muchas personas se han sentido desconcertadas para saber qué se pretendía con esta extraordinaria aparición, porque suponían que todo el asunto terminaba con el capítulo, mientras que continúa en el siguiente, cuyo primer versículo es un mero paréntesis, que simplemente relata el estado de Jericó en el momento en que Josué fue favorecido por esta alentadora visión. Podemos extraer dos reflexiones útiles de los temas de este capítulo: -

1. Como el maná había fallado, el pueblo, siempre muy adicto a la incredulidad, podría haber sido llevado a imaginar que Dios los había abandonado y que ya no estaría en sus ejércitos, si no les hubiera dado esta fuerte seguridad de que el Ángel de su presencia estaría con ellos como guía y protector de todo el campamento; porque Josué indudablemente les informó del estímulo que había recibido del capitán del ejército del Señor.

2. Mediante esta visión les mostró que su ayuda provenía de él mismo, y que no era por la fuerza o el poder humano, sino por el Señor de los ejércitos, que iban a tener la victoria sobre todos sus adversarios; y les dio la prueba más convincente de esto en la destrucción milagrosa de Jericó. Por este medio continuó manteniéndolos dependientes sólo de su brazo, sin cuya dependencia el espíritu de la religión no podría haberse conservado entre ellos.

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