REFLEXIONES

¡Mi alma! en la lectura de este capítulo, ¡quédese quieto y vea la salvación de Dios! ¡Mira cómo tu Dios infunde terror en el corazón de sus enemigos y en el de tus enemigos! cuando tu Dios, tu Jesús, te haya conducido al otro lado del Jordán, su corazón se desmayará, y no tendrán más espíritu para atacarte. En la conciencia de esto, diría: ¡Señor! concédeme la verdadera circuncisión del Espíritu. Guíame, bendito Jesús, a la casa del banquete de tu amor, y que mi alma celebre la fiesta de la verdadera pascua, dando testimonio a todo el mundo congregado de ángeles y hombres, que busco la salvación solo en tu sangre y tu justicia.

Y cuando cese el maná de las ordenanzas; cuando, oh Salvador mío, haya terminado con mi día y mi generación aquí abajo; llévame a esa tierra, esa tierra y ciudad prometidas, cuyo arquitecto y constructor es Dios; y dame a come del maná escondido que prometiste a todo tu pueblo. ¡Precioso Jesús! Manéntate a mí, como a tu siervo Josué, como Capitán del ejército del Señor; y el capitán de mi salvación.

¿No fue en estas varias apariciones tuyas? ¿No fue para dar a los santos del Antiguo Testamento una muestra de tu favor y de la buena voluntad que tenías para con nuestra naturaleza? ¿No fue para convencerlos de que anhelabas el momento en que, como verdadera y propiamente hombre, soportarías nuestra naturaleza y llevarías a cabo esa gran obra que, por nuestra redención, te habías comprometido a hacer en el pacto hecho entre tus ¿Padre y tú mismo? Y ahora que te has convertido real y verdaderamente en hombre, y has terminado la obra que el Padre te dio para hacer, ¿no quieres a mí y a todos tus creyentes del Nuevo Testamento, de acuerdo con tu promesa, manifestarte a nuestras almas de otra manera de lo que haces? ¿al mundo? Ven querido Jesús, ven a mi alma en los tiempos de las ordenanzas, en las dulces promesas de tu palabra, en las señales de tus providencias; consuélame, fortaléceme, anima mi corazón, aviva mi pobre cuerpo que languidece, ilumina mis evidencias, calienta mi alma entera con tu amor; y déjame ver, y mi única felicidad se encuentra en esto, que tu amor se derrama por todas partes, desde tu corazón al mío, y que tú, y solo tú, fuiste formado allí, ¡la única esperanza de gloria!

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