Verso 29. No prostituyas a tu hija. No prostituyas a tu hija. Esta era una costumbre muy frecuente, y con ejemplos de ella abundan los escritores de la antigüedad. Las mujeres ciprianas, según Justino, ganaban la parte que sus maridos recibían con ellas en el matrimonio mediante la prostitución pública previa. Y los fenicios, según Agustín, hacían un regalo a Venus de la ganancia adquirida por la prostitución pública de sus hijas, previamente a su matrimonio. "Veneri donum dabant, et prostitutiones filiarum, antequam jungerent eas viris". - De Civit. Del, lib. xviii., c. 5; y véase Calmet.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad