Verso Levítico 7:8. El sacerdote dispondrá para sí de la piel.  El obispo Patricio supone que este derecho del sacerdote a la piel comenzó con la ofrenda de Adán, "pues es probable", dice, "que el mismo Adán ofreciera el primer sacrificio, y que Dios le diera la piel para que se hiciera ropa para él y su esposa; de conformidad con lo cual los sacerdotes siempre tuvieron la piel de todos los holocaustos por su parte, lo cual era una costumbre entre los gentiles así como los judíos, quienes daban las pieles de sus sacrificios a sus sacerdotes, cuando no eran quemadas con los sacrificios, como en algunas ofrendas por el pecado entre los judíos Levítico 4:11. Y las empleaban para un uso supersticioso, acostándose sobre ellas en sus templos, con la esperanza de que se les revelaran cosas futuras en sus sueños.

De esto tenemos una prueba en Virgil, AEn. lib. vii., ver. 86-95.

"------------- huc dona sacerdos

Cum tulit, et caesarum ovium sub nocte silenti

Pellibus incubuit stratis , petivit somnosque;

Multa modus simulncra videt volitantia miris,

Et varias audit voces, fruiturque deorum

Coloquio, atque imis Acheronta affatur Avernis.

Hic et tum pater ipse petens responsa Latinus

Centum lanigeras mactabat rito bidentes,

Atque harum effultus tergo stratisque jacebat

Velleribus . Subita ex alto vox reddita luco est. "

Primero, sobre los vellones de las ovejas sacrificadas

Por la noche el sacerdote sagrado se disuelve en el sueño,

Cuando en un tren, ante su ojo adormilado,

vuelan delgadas formas aéreas y visiones maravillosas.

Llama a los poderes que custodian las inundaciones infernales,

Y habla, inspirado, familiarizado con los dioses.

A este temible oráculo se retiró el príncipe,

y primero el monarca mató cien ovejas;

Luego, sobre sus vellones, y desde el bosque

Oyó, claramente, estos acentos del dios.

-PITT.


La misma superstición, practicada precisamente de la misma manera y con los mismos fines, prevalece hasta el día de hoy en las Tierras Altas de Escocia, como el lector puede ver en la siguiente nota de Sir Walter Scott, en su Dama del Lago: -

"Los habitantes de las Tierras Altas de Escocia, como todos los pueblos rudos, tenían varios modos supersticiosos de indagar en el futuro. Uno de los más conocidos era el togharm. Se envolvía a una persona en la piel de un buey recién sacrificado y se la depositaba junto a una cascada, o en el fondo de un precipicio, o en cualquier otra situación extraña, salvaje e inusual, en la que el paisaje que la rodeaba no sugería más que objetos de horror. En esta situación, el médium daba vueltas en su mente a la cuestión propuesta, y todo lo que le imprimía su exaltada imaginación, pasaba por la inspiración de los espíritus incorpóreos que rondan estos recovecos desolados. Un modo de consultar este oráculo era por medio de un grupo de hombres, que primero se retiraban a lugares solitarios, alejados de cualquier casa, y allí escogían a uno de ellos, y lo envolvían en una gran piel de vaca, que doblaban a su alrededor; todo su cuerpo se cubría con ella, excepto la cabeza, y así lo dejaban en esta postura toda la noche, hasta que sus amigos invisibles lo aliviaban dando una respuesta adecuada a la pregunta en cuestión; la cual recibía, según creía, de varias personas que encontraba a su alrededor todo ese tiempo. Sus consortes volvieron a él al amanecer; y entonces les comunicó sus noticias, que a menudo resultan fatales para los interesados en tales indagaciones injustificadas.

"El señor Alexander Cooper, actual ministro de North Virt, me dijo que un tal John Erach, en la isla de Lewis, le aseguró que su destino era haber sido llevado por su curiosidad con algunos que consultaban este oráculo, y que estuvo una noche dentro del escondite antes mencionado, durante la cual sintió y oyó cosas tan terribles que no podía expresarlas: la impresión que le causó fue tal que nunca podría desaparecer; y dijo que ni por mil mundos volvería a involucrarse en una actividad semejante, porque lo había desordenado en alto grado. Lo confesó ingenuamente, y con un aire de gran remordimiento, y parecía estar muy arrepentido bajo el justo sentido de tan gran crimen: declaró esto hace unos cinco años, y todavía vive en la Isla de Lewis por lo que sé". - Description of the Western Isles, p. 110. Véase también Pennant's Scottish Tour, vol. ii., p. 301; y Lady of the Lake de Sir W. Scott.

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