El sacerdote tendrá para sí la piel. - Como la piel fue la única parte no consumida por el fuego, en el caso del holocausto, recayó en la parte del sacerdote oficiante. Según la regla que se obtuvo durante el segundo templo, todas las pieles de las cosas más santas pertenecían a los sacerdotes oficiantes, es decir, las de la ofrenda por la culpa, las ofrendas por el pecado de los laicos, etc.

- mientras que las de las cosas sagradas, es decir, las de las ofrendas de paz, pertenecían a los dueños de las víctimas. Estas pieles, que se acumulaban durante la semana, los sacerdotes cuyo curso debía servir se repartían entre ellos cada sábado por la noche.

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