Versículo Números 12:14 . Si su padre hubiera escupido en su cara.  Esto parece haber sido hecho sólo en casos de gran provocación por parte del niño, y fuerte irritación por parte del padre. Escupir en la cara era señal del más profundo desprecio. Véase Job 30:10 ; Isaías 50:6 ; Marco 14:65

En un caso en el que un padre se vio obligado por la conducta desobediente de su hijo a tratarlo de esta manera, parece que fue desterrado de la presencia del padre durante siete días. Si este era un caso permitido y juzgado en asuntos de alta provocación por parte de un hijo, ¿no debería ser el castigo igualmente severo cuando la criatura se ha rebelado contra el Creador? Por lo tanto, Miriam fue excluida del campamento durante siete días, y así se le impidió llegar a la presencia de Dios, su padre, que se representa como morando en medio del pueblo. Para un alma que conoce el valor y la inexpresable bendición de la comunión con Dios, ¡qué intolerables deben ser siete días de oscuridad espiritual! Pero, ¡cuán indescriptiblemente miserable debe ser su caso, quienes son arrojados a las tinieblas exteriores, donde ya no brilla la luz de Dios, y donde ya no se puede sentir su aprobación para siempre! Lector, ¡que Dios te salve de una maldición tan grande!

Varios de los padres suponen que hay un gran misterio oculto en la disputa de Miriam y Aarón con Moisés y Séfora. Orígenes (y después de él varios otros) habla de ello de la siguiente manera: -

"1. Séfora, una cusita desposada por Moisés, señala evidentemente la elección que Jesucristo ha hecho de los gentiles para su esposa e Iglesia.

2. Los celos de Aarón y Miriam contra Moisés y Séfora significan el odio y la envidia de los judíos contra Cristo y los apóstoles, cuando vieron que los misterios del reino de los cielos se habían abierto a los gentiles, de los que se habían hecho indignos.

3. La lepra con la que fue herida Miriam muestra la crasa ignorancia de los judíos, y el estado ruinoso y desordenado de su religión, en la que no hay ni cabeza, ni templo, ni sacrificio.

4. De nadie más que de Jesucristo puede decirse que fue el más manso y paciente de los hombres; que vio a Dios cara a cara; que tuvo todas las cosas claramente reveladas sin representaciones enigmáticas; y que fue fiel en toda la casa de Dios". Esto y mucho más afirma Orígenes en las homilías sexta y séptima sobre el libro de los Números, y sin embargo todo esto lo considera poco en comparación con los vastos misterios que se esconden en estos relatos; pues la brevedad del tiempo, y la magnitud de los misterios, sólo le permiten "arrancar unas pocas flores de esos vastos campos, no tantas como la exuberancia de esos campos permite, sino sólo aquellas que por su olor le llevaron a seleccionar entre las demás". Licebat tamen ex ingentibus campis paucos flosculos legere, et non quantum ager exuberet, sed quantum ordoratui supiciat, carpere.

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