2. Exhortación y aliento.

CAPÍTULO 9

1. Nuevas exhortaciones a la liberalidad. ( 2 Corintios 9:1 )

2. Las bendiciones relacionadas con el dar. ( 2 Corintios 9:6 .)

Nuevamente los exhorta a la generosidad al dar. Él conocía su voluntad y se había jactado de ello en Macedonia y les había dicho que estaban listos hace un año. Esto había estimulado a muchos. Esperaba que estuvieran a la altura de este informe y no se quedaran atrás en esta expectativa "no sea que nuestra jactancia sea en vano en este nombre". Para animarlos a dar y llevar a cabo lo que se habían propuesto, habla de la bendición: “El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra abundantemente, también segará abundantemente.

“Hay, pues, bendición según la fidelidad en este ministerio; como cualquier otro ministerio fiel no es olvidado por Dios. Dar no debe ser de mala gana o por necesidad, porque Dios ama al dador alegre. Dios mismo se deleita en dar. Con amor infinito dio a su Hijo unigénito, y se deleita en todos los que lo imitan en sus caminos. No hay coacción en dar salvo la coacción de Su amor.

"Y Dios puede hacer abundar para con vosotros toda la gracia, para que teniendo siempre todo lo suficiente en todas las cosas, abundéis para toda buena obra". Un ministerio tan amoroso no es un servicio sin remuneración. Él es capaz de compensar a todos los que, por amor, atienden las necesidades de los hermanos pobres, que sufren y afligidos. El apóstol muestra que la acción de gracias a Dios sería el resultado de su ministerio amoroso al dar. Se especifican tres causas:

1. Su sujeción al evangelio.

2. Sus generosos dones a los santos de Dios.

3. “Por su oración por ti, que anhela por ti por la inmensa gracia de Dios en ti”, esa acción de gracias y gloria a Dios por las oraciones fervientes y anhelantes de otros santos, que recibieron su ministerio.

Esta sección termina con una acción de gracias a Dios, "por su don inefable". No hay necesidad de agregar cuál es ese don, porque todo santo sabe que el don inefable de Dios es Su Hijo, el Señor Jesucristo.

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