(27) Como el terrenal, tales también los terrenales; y como el celestial, tales son también los celestiales.

(27) Él aplica tanto la naturalidad terrenal de Adán (si se me permite decirlo así) a nuestros cuerpos, siempre que estén naturalmente familiarizados con la tierra, es decir, en esta vida, y en la tumba. Y también la espiritualidad de Cristo a nuestros mismos cuerpos, después de que resuciten: y dice que el primero va antes y que este último seguirá.

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