Y sucedió que cuando el rey Jeroboam oyó las palabras del varón de Dios que había clamado contra el altar en Betel, extendió la mano desde el altar y dijo: d) Echale mano. Y su mano, que extendió contra él, se secó, de modo que no pudo volver a acercársela.

(d) Los impíos se enfurecen contra los profetas de Dios cuando les declaran el juicio de Dios.

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