Porque tu corazón era tierno, y te humillaste delante de Dios cuando oías sus palabras contra este lugar y contra sus habitantes, y te humillaste delante de mí, rasgaste tus vestidos y lloraste delante de mí; Yo también te he oído, dice el SEÑOR.

(q) Esto declara el fin de las amenazas de Dios, para llamar a los suyos al arrepentimiento y para asegurar a los que no se arrepienten de su destrucción.

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